orgullo y humildad
La palabra humildad tiene dos significados: Un espíritu de respeto, deferencia y mansedumbre (una característica positiva). Un espíritu de insignificancia, de subordinación y de inferioridad (una característica negativa). En el Nuevo Testamento la humildad casi siempre tiene una connotación positiva, pues comunica bajeza (en el buen sentido) o humilde-dad de mente.
Algunas características de la percepción secular del orgullo: Nunca admita una debilidad, exija sus derechos, busque el reconocimiento y la alabanza para si mismo, procure vengarse cuando reciba un agravio, no busque el consejo de otras personas, busque la aprobación de otros…
Dentro de las características de un corazón humilde conforme a las Escrituras están: deleitase en sus debilidades, renuncie a sus derechos personales, solo acepte el reconocimiento de parte de los demás, esté dispuesto a pasar por alto la ofensa, busque el consejo de otras personas, desee la aprobación de Dios…
es necesario para sentirnos seguros y llevar una vida equilibrada, valorarnos en nuestra justa medida, situarnos en nuestra existencia y estar orgullosos de ella: esto es algo absolutamente sano. El segundo orgullo, el que nos aleja y eleva del mundo, va a ser el mejor generador y «atascado» de conflictos que podemos tener.
El lado negativo del orgullo es definido como el exceso de estima hacia uno mismo y hacia los propios méritos, por los que la persona se cree superior a los demás. Este tipo de orgullo nos incapacita para reconocer y enmendar nuestros propios errores y pone de manifiesto la falta de humildad.
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